Vistas de página en total

sábado, 27 de abril de 2013

Tierra de libertad, hogar de valientes.

Nunca fui de esas personas que abandonan sus sueños cuando, de repente, nada sale como esperabas. Tampoco soy de esas que desean lo mejor, desean el mundo a sus pies. Soy de aquellas personas, de las que saben que si quieres algo de verdad tienes que luchar hasta el final, que la guerra dura mucho y que por la batalla perdida no hay que rendirse. 
Aprendí que si persigues un sueño, quizá, lo logres alcanzar. En cambio, si a mitad de camino lo dejas atrás porque crees que es imposible nunca llegaras a cumplir tu sueño porque siempre lo veras inalcanzable por algún porque. 
Nunca me rendí ante la adversidad, no me importaron los moratones en las rodillas por las caídas sufridas, me importaba el final, la meta, mi sueño… Aquel que el empezar lo ves lejos y al cabo del tiempo consigues vislumbrarlo entre la multitud.
Y es que ahí esta la virtud, en saber esperar, en qué punto debes parar, porque no puedo negar que si algo hace mucho daño es mejor dejarlo, pero si no hay que perseguirlo hasta atraparlo con el poder de tus sueños, ese que un día utilizaste para ponerte tus propias metas… y viajar por ese maravilloso mundo en el que todo es posible y elegir, elegir bien tu destino, ese que un día alcanzaras.
Y al final, ves que está ahí, que lo tocas, que es tuyo y es entonces, cuando todo vuelve a empezar

No hay comentarios:

Publicar un comentario